viernes, 21 de noviembre de 2008

Leyendas del Amazonas

El Rodriguez Alves sigue su curso. Esta vez más próximo a la orilla. A la vista quedan animales habituales de estos parajes. Entre ellos tortugas moviéndose lentamente sobre troncos caídos e iguanas orgullosas tomando el sol. Otros, no visibles, se encuentran en las profundidades del Amazonas.

La anaconda, o buiuna como se la conoce por aquí, podria ser uno de ellos. Cuenta la leyenda que una buiuna surcaba las aguas hasta que llegó a Belem. Allí encontró la Basílica de la Virgen de Nazareth, donde se quedó, alimentada como estaba por los párrocos. Así que si van a la basílica procuren guardar silencio si no quieren que la buiuna asome la cabeza.

Podríamos estar hablando del boto, también. Un delfin rosa difícil de descubrir a simple vista. El boto habita el Amazonas de día para transformarse por la noche en un bello muchacho que ronda las féminas. Es un buen conversador, bebedor y bailarín que, vestido de traje blanco y sombrero, enamora a las muchachas ,hechizándolas, para volver después a las aguas. Ellas despiertan al alba, embarazadas y sin recordar nada.
Existe una manera de identificar al boto. Un tanto arriesgada, no obstante. Traten de sacarle el sombrero y si aprecian una aleta en su cabeza, no se acerquen a él o acabarán en cinta.

Me extrañaria que se cruzaran con un virapuru aunque podria ser. Este pájaro del Amazonas trae de cabeza a los investigadores. Raro de encontrar, tiene un cantar especial: suena como un eco en la selva y aunque parezca próximo se encuentra alejado. Este pajaro está embrujado. El tupan, el dios indígena, transformó a un bello muchacho enamorado en un virapuru condenado a atraer a su amor a través de su cántico.

Tampoco la flora del Amazonas se escapa a los hechizos. El tupan convirtió a una muchacha indígena en la mayor flor acuática del mundo, la victoria regia, asi que pongan especial atención en su conservación, por favor.

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