El trayecto de Belem a la isla de Marajó resulta cómodo y rápido. El navio ritma armoniosamente con el vaivén de las aguas. Es temporada de fuertes vientos en el Amazonas y las aguas están agitadas.
El rio de paracauari separa estas dos localidades, conectadas entre sí gracias a unas pequeñas embarcaciones que sirven de enlace. A real y medio las barcas cruzan las aguas con pasaje y carga hasta la otra orilla, donde nace Soure, más pequeña que Salvaterra y también más tranquila.
A pocos metros del puerto de Soure, unos lugareños parecen refrescarse en el rio. Acortadas las distancias, descubro que no son cabezas humanas sinó de caballos. Un equino rebuzna en el agua, tratando de nadar hacia la orilla: poco a poco, se va descubriendo algo más de su cuerpo y, para mi sorpresa, también otra cabeza, la del jinete que lo monta, que con una amplia sonrisa habla a gritos a su compañero, a quien también había confundido. A escasos metros, un búfalo, tumbado y sujetado por una pequeña cuerda a un delgado árbol, espera paciente a
que acabe el baño.
En la fazenda de Bon Jesús, en Soure, trabaja Anselm desde hace 6 años y es quien nos da un paseo por los extensos territorios. 6600 hectáreas de paraje idílico aunque para Anselm todavía podría ser más bonito si no hubieran tenido un año tan seco, dice.
Numerosas aves de diferente índole planean sobre la fazenda. A mi derecha, un pequeño lago al que acude un caballo a beber y, a lo lejos, los vaqueiros, como se llaman a los que trabajan en la fazenda, conducen una manada de cebús, subespecie de bovino doméstico. Los demás vaqueiros, dice Anselm, están con los búfalos al otro lado de la fazenda.
En Bon Jesús hay cebús, vacas, 600 caballos y 1000 búfalos. Búfalos carabá, el más bravo de todos y el que da la mejor carne, el muja, el que da la mejor leche, el abaraballi, el semental, y el mediterraneo, " muy delicado y por eso lo domesticamos", dice Anselm. Y es que aunque en las fazendas no sólo hay búfalos, la tendencia es centrarse en ellos, que son más rentables. El que gana peso más rápidamente y teniendo en cuenta que se paga lo mismo por un kilo de cualquier animal; es el búfalo el mejor pagado. 1 o 2 reales por kilo para un animal cuyo peso puede llegar a alcanzar la tonelada y del que se aprovecha tanto la carne como la leche, incluso se hacen cuajadas, sin olvidar la piel, para las sillas de montar.
La Isla de Marajó, la más grande floresta natural y animal del mundo, tiene una extensión superior a Suiza y está a tres horas de Belem. Situada en la desembocadura del Amazonas, esta isla es famosa por su belleza natural y por sus fazendas, granjas dedicadas a la crianza del búfalo. Ciertamente, el paraje tropical de estas tierras es deslumbrante. Verdes y ocres intensos de los cientos de mangos, cocoteros y palos amarillos que se estiran a tocar el cielo. En tierra, decenas de búfalos. Y es que Marajó vive de ellos y los búfalos gozan en Marajó.
Salvaterra y Soure son dos de las ciudades de la isla. A 30 kilómetros del puerto encontramos Salvaterra. Durante el trayecto se ven los primeros búfalos. Estos animales pueden llegar a alcanzar los novecientos kilos de peso así que no pasan muy desapercibidos. Sin embargo, pasean a sus anchas por la carretera: tranquilos y a paso lento, mientras otros búfalos, al otro lado de la carretera, los miran tediosos tumbados al sol. Por su parte, la gente recorre las calles en bicicleta o a caballo tratando de esquivarlos. Salvaterra cuenta con bellas playas y buenos restaurantes donde comerse un filete de búfalo a la marajoana, la especialidad de la isla.
El rio de paracauari separa estas dos localidades, conectadas entre sí gracias a unas pequeñas embarcaciones que sirven de enlace. A real y medio las barcas cruzan las aguas con pasaje y carga hasta la otra orilla, donde nace Soure, más pequeña que Salvaterra y también más tranquila.


Una parte de los búfalos que viven en Marajó son domesticados y utilizados como transporte, como ayuda indispensable para trasladar la carga. Pueden llegar a arrastrar 3500 kilos aunque la gran mayoría están en las numerosas fazendas repartidas a lo largo y ancho de la isla.
- LAS FAZENDAS
En la fazenda de Bon Jesús, en Soure, trabaja Anselm desde hace 6 años y es quien nos da un paseo por los extensos territorios. 6600 hectáreas de paraje idílico aunque para Anselm todavía podría ser más bonito si no hubieran tenido un año tan seco, dice.

Numerosas aves de diferente índole planean sobre la fazenda. A mi derecha, un pequeño lago al que acude un caballo a beber y, a lo lejos, los vaqueiros, como se llaman a los que trabajan en la fazenda, conducen una manada de cebús, subespecie de bovino doméstico. Los demás vaqueiros, dice Anselm, están con los búfalos al otro lado de la fazenda.

De todas formas, el búfalo no sólo es destinado a la producción, sinó también a la diversión. Con frecuencia se organizan en Soure carreras de búfalo que, seguro, son todo un espectáculo. El ganador se lleva una nevera y el reto: aguantar lo máximo posible encima del búfalo.
Anselm participó pero no está satisfecho del resultado. "No pude agarrarme bien. Mi búfalo era muy joven y tenia un rabo pequeño y con menos pelo", afirma apenado. Y es que el récord está en 5 minutos, demasiada diferencia con los tres minutos que aguantó él.
De repente, Anselm se detiene. Jacarés, exclama. O sea, cocodrilos. Ante el pánico que provoca ese nombre, Anselm aclara que no es que haya uno en ese instante sinó que en el lago a nuestra izquierda, suelen haber. También pirañas, que traen locos a los fazenderos porque "echan a perder las vacas". Desafortunadamente, las vacas se acercan a beber al lago y las pirañas les muerden las tetillas hasta el punto que no pueden dar leche y han de ser vendidas al matadero. Y por si fuera poco, sururucu, o cobras, animales que han provocado más de un accidente en la fazenda.
Un amigo y compañero de trabajo de Anselm salió a trabajar sin las botas reglamentarias y en un descuido, pasó al lado de lo que él pensaba era una caca de búfalo pero que, en realidad, era una cobra. La cobra le saltó a la pierna y le mordió. En ese instante, alcanzó a llamar a Anselm y según cuenta, no hacía más que gritar de dolor. Afortunadamente, después proporcionarle el antídoto pudo salvar la pierna aunque perdió todo el bello.
3 comentarios:
y esas fotos no puedes colgarlas
animo tu puedes
Fantasticos los relatos. Continua con ellos en cuanto puedas y asi todos podremos seguirte desde nuestros sofas (el tuyo sigue entero ...jejeje). Pero, como Jordi, te animo a que cuelgues algunas fotillos para hacernos la boca agua del todo. besitos
Me encantan las leyendas..y las fotos aunq quiero más.
Joder me gusta mucho...Give more
Eres la leche
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