lunes, 20 de octubre de 2008

En Salvador por unas horas

De madrugada, desde las alturas y en la negritud de la noche avanza el avión. El comandante da las informaciones pertinentes. Al parecer estamos a punto de aterrizar en Salvador y, sin embargo, no veo luces de urbanidad allá abajo. Sólo pequeños focos de luz en la inmensa oscuridad. Extrañada trato de imaginar como es Salvador y por donde debe estar virando el avión para encarar la pista de aterrizaje cuando, de repente, un entramado de luces en diferentes tonos aparece ante mis ojos. Impresionante. Una frontera luminosa separa el Atlántico de tierra brasileira.


Esa frontera luminosa es la tercera ciudad en importancia de Brasil: Salvador de Bahia. Una ciudad tranquila, dicen los bahianos. "No como São Paulo que parece Nueva York". La ciudad se distingue por su puerto, uno de los mejores de Brasil. Una condición que supieron aprovechar los portugueses para conquistar estas tierras. Los primeros asentamientos fueron en la parte baja de Salvador pero, a medida que la ciudad fue creciendo, se ocuparon también las tierras altas. Para comunicar ambas partes se crearon ascensores, algunos todavía en uso y parte de la particular fisonomia de esta ciudad. Precisamente mi amigo Jõao está haciendo un reportaje de estos ascensores. Cuenta que antes de que existieran los elevadores, los colonos utilizaban un sistema de balanzas que consistia en contrapesar los materiales preciosos extraídos de estas tierras con el peso de los esclavos. Y que en ocasiones el peso cedía y muchos morían. Esclavos africanos de la colonización cuyos descendientes han convertido a Salvador en la ciudad de mayor concentración de población negra después de África.

1 comentario:

clara dijo...

Hola niñas!!! Somos las de Poble Nou, estem donant un cop d'ull al blog i per ara ens asembla força interessatnt, ens manca alguna fotografía.
L'apartat més interessant o poder més curiós es aquell on parleu dels búfals, realment fascinant!
Fins aviat