lunes, 20 de octubre de 2008

Belem, puerta del Amazonas

Capital del estado de Pará, Belem es una contracción de Bethleem: Belem como la Belén de Oriente Próximo donde según los cristianos nació Jesús o primera ciudad de este pequeño gran viaje. Puerta del Amazonas, en estas tierras cálidas no nació ningún dios pero sí tienen una divinidad que es la Iglesia de la Virgen de Nazaret. Esculpida en la Nazaret israelí, la relíquia cuenta con una turbulenta historia de robos y desapariciones hasta que llegó a Brasil allá por el 1700 de mano de los jesuítas para volver a perderse, esta vez en la jungla, hasta recuperarla y construir la iglesia. En la actualidad, la devoción a esta virgen es intensa y cada segundo domingo de octubre se la saca a procesión. Un gran acontecimiento que moviliza cada año a centenares de personas que acompañan a la virgen sujetando las cuerdas que emanan de ella. La fe en la virgen cura heridas y los milagros se sucedes, dicen. Ni una estrella de cine cuenta aquí con más merchandising.
Belén es una ciudad caótica, legado de lo que fue antaño. Esta ciudad vivió su época de máximo esplendor en la primera mitad del siglo XX cuando se pontenció la explotación del caucho, emulsión conocida como latex y que se consigue de la savia de los árboles sobretodo de Brasil.
Se construyeron plazas, jardines, palacios y teatros. También se gestó la semilla del actual Ver-o-Peso, el mercado al aire libre más grande de America Latina. Aquí se encuentra de todo: carne, pescado, vegetales, todo tipo de frutas exóticas, artesanías y un sinfín de cachibaches en los más de 26000m2 de este mercado.
Un hombre destila la mandioca con la que obtendrá harina y bebida. A pocos metros, un pescatero carga un ejemplar digno de movi Dick, a su izquierda el frutero, a quien apenas se ve detrás de una gigantesca sandia. Un mercado bullicioso y caótico que queda atrás dando un pequeño paseo hasta el Forte do Castelo, la fortaleza inicial de Belem y desde donde se tiene una magnifica vista.
Por encima de Castelo sobrevuela en círculo una manana de pájaros. Son urubus, aquel pariente del buitre, de mala fama y sin embargo, aquí común como las palomas. Esperan ansiosos su turno, el del despiste del pescador que tiene abajo. El manjar de la decena de emarcaciones pesqueras que están siendo limpiadas.

Mala fama tiene también Belén. Dicen de ella que es una ciudad peligrosa. Las advertencias al turista son altas, claras y constantes llegando incluso a aconsejar la escolta policial. Así que la psicosis se apodera del turista convirtiendo el tema de la seguridad en el tema estrella para conversar. Sin embargo, Belén, sin ser la paracea de la seguridad acoge sin más relezo al turista que quiera disfrutar de ella y conocer a través suyo el gran Amazonas.

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